Como suelo decir, porque puedo y porque quiero. Pero además, en este caso en particular porque me lo debo.
Yo soy Rodrigo de la Hoz. O D3la.HOZ, si lo prefieres. Puede que alguna vez me hayas leído aquí o allá escribiendo sobre estos u otros temas, primero como MrDee en blogs personales y foros, después como DelaHoz o Ray Buster en más cabeceras amateur (y más foros), colaborando entre medias con portales generalistas como Eurogamer España en sus inicios o colectivos independientes como Deus Ex Machina o Matra Computer Automations. Después de diez años o más sin asomar el hocico, vuelvo para tratar de continuar el legado que me he propuesto dejar para mi hijo. Puedes pasarte por mi blog personal, escuchar la música que estoy haciendo en mis canales de Youtube, Soundcloud y Bandcamp o simplemente quedarte aquí, un lugar que se convierte en necesidad con la idea de rendir tributo al estándar MSX.
Entre esos años de hiato hubo una excepción en 2018 que se llamó MSX-Fever y que llegué a mantener en línea aproximadamente un mes, juntando un total de cuatro o cinco entradas si no recuerdo mal. Pero la idea viene de antes, de soñar con una publicación impresa o al menos maquetada en digital para que los lectores pudiesen optar a una versión física en condiciones a costa de sus cartuchos de tinta. Mucho antes de eso, a finales de la década de los noventa intenté maquetar una enciclopedia a color con la idea de publicar un gran volumen sobre el sistema. Y antes de eso, a finales de los ochenta me encontraba haciendo bases de datos sobre juegos de MSX (y muchas otras tareas como inventarios de cómics o revistas y por supuesto relatos, cuentos y fanzines y trabajos para el instituto durante un periodo que se extiende hasta poco después de la adolescencia) gracias al Phillips Home Office de mi MSX2 VG8230.
Si bien me resulta complicado recordar ciertos eventos previos a determinada edad, lo cierto es que los videojuegos se deslizaron por mi primera infancia como algo mágico pero también lógico. No era tan habitual como hoy encontrarse con adultos que fuesen aficionados, pero una serie de casualidades provocaron que mi primera experiencia (y eso aún está muy vívido y virgen de distorsiones en mi memoria) fuese con una Atari VCS2600 observando y tratando de jugar a PONG. Me llevó poco tiempo descubrir que aquella consola ya había sido superada técnicamente y que había otras máquinas que lo hacían realmente mejor (en este caso Commodore 64 y sus Winter Games). O que en los bares, cafeterías y restaurantes también tenían aparatos similares que sobrepasaban cualquier límite conocido hasta entonces por mis pupilas. Son años de cómics, series de dibujos animados en la televisión, películas en los cines y videojuegos, todo ello operando al unísono con la imaginería de una época que obviamente no te voy a descubrir de nuevas a estas alturas, porque esto no es tanto una oda a los viejos buenos tiempos (que no lo es) como un simple ejercicio de contexto que explica y justifica la narrativa.
MSX no fue el primero, pero cuando llegó lo hizo en una etapa que aún recuerdo con muchas lagunas. Uno de mis tíos trabajó prácticamente durante toda su vida en Phillips, que fue uno de los socios más potentes de la marca en Europa durante aquellos años (1984/1988). No sólo sacaron modelos increíbles de las dos primeras generaciones, sino toda una colección de periféricos, software profesional, paquetes de office y diseño, manuales y libros teóricos traducidos al castellano y por supuesto videojuegos. Su línea New Media Systems se diversificó tanto en software como hardware, siendo el NMS8255 su MSX2 definitivo al incluir una CPU que se separaba de su teclado e integraba un digitalizador de vídeo. Este y el ya mencionado VG8230 fueron las niñas de mis ojos durante las regulares visitas que hacía a casa de mis primos todos los fines de semana para heredarlos finalmente cuando ya se les quedaron obsoletos y tuvieron que dejar espacio al CDi de la propia Phillips o la primera Playstation de Sony.
Fue una experiencia compartida y estimulante, porque además por aquella casa también había revistas especializadas como Input MSX o MSX-Club, principales culpables de haberme enganchado al sistema y tomar partido por él. Obviamente, esta historia le sucede en paralelo a mucha otra gente con otras marcas, que por pura casualidad la mayoría de las veces acaban identificándose con lo que eligen para ellos sus padres o lo único que pueden permitirse económicamente por su cuenta en el caso de infantes ahorradores y adultos. Podría ser un Dragon 32, Apple ][, ZXSpectrum, Amstrad CPC464, Commodore 64 o incluso las primeras versiones de NES, Master System o Game Boy. En mi caso, al tratarse de un ordenador personal con funciones y programas en castellano con el suficiente material de referencia para arrancar, mis primeros pinitos en la programación se dieron con MSX. Mi primera concepción de un entorno DOS sería gracias al MSXDOS. El uso de BBS, paquetes de office, normas básicas de diseño, herramientas de impresión y tratamiento de texto e incluso composición musical se forja en los protocolos y software creados para ese sistema. Todas mis referencias en informática, desde el lenguaje hasta los conceptos básicos de sus componentes electrónicos, parten de mi aprendizaje con MSX. Para cuando pude tener el control total con esos equipos en mi propia casa, la marca ya se encontraba en declive. Si recuerdas todo lo que escribí en el artículo de presentación del blog sobre las frustraciones y los complejos, copia y pega aquí :-) Hasta que esas máquinas estuvieron vivas, las visitas a casa de mis primos se convirtieron en otra aventura paralela junto a sus primeros PC x86 mientras que el resto de amigos con sus flamantes consolas y sobre todo los salones recreativos completaban la oferta lúdica, pero esa es otra historia que será contada en otro momento y lugar. El resumen es que llevo (y sigo) jugando a videojuegos desde que tengo un mínimo uso de razón, pero MSX siempre fue mi obsesión. Con el paso de los años, internet y la emulación, llegué a completar el ciclo y tener un mapa más o menos veraz de la realidad del estándar. Y es ahí donde empieza una necesidad que se remonta ya a décadas por ofrecer algo que le rinda ya no sólo tributo, sino recuerdo y presencia. No es tan serio como para considerarlo una misión, pero lo suficiente como para considerarlo uno de mis principales hobbys.
Espero así que esta nueva intentona sea mucho más fructífera que las anteriores. Podrás encontrar contenidos de todo tipo y es muy probable que en el futuro abra un canal en Youtube donde compartir gameplays, montajes y ocurrencias varias.
¡Gracias por leer hasta aquí!



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